En esta vida, sólo hay dos cosas que vale la pena pensar antes de decidir y que debemos reflexionar cuidadosamente antes de tomar una decisión sobre ellas. Una es “¿a qué me voy a dedicar?” y la otra es “¿con quién voy a vivir?”. No te equivoques en ninguna de las dos, o serás infeliz por el resto de tu vida.
Sobre la segunda, sólo puedo desearte que sea con la persona que te ame y que tú ames. Con ese amor desinteresado y firme, que no depende del otro. Que no extraña, porque siempre está contigo, aunque esté geográficamente lejos. Que sea aquella persona con la que estarías dispuesto a compartir el resto de tu vida.
Sobre la primera, sí tengo algo qué decir, y me encantaría que lo reflexionaras. “¿A qué me voy a dedicar?” Deberás solucionar este cuestionamiento de manera adecuada, sin permitir que sean motivos bobos y baladíes los que te empujen a tomar la decisión.
Debes comenzar planteándote que al elegir una carrera, no estás eligiendo tonterías, como si hoy vas al bar “el bache” o te vas al antro. Estás por decidir lo que vas a realizar durante ocho horas al día. Seis días de la semana. Cuatro semanas del mes. Doce meses del año, de los siguientes treinta años de tu vida útil.
Debe de ser algo que en realidad te guste, y que llegues a amar, porque aquél que realiza un trabajo que no ama, aunque trabaje todo el día, es un desempleado.
No debe ser la carrera que tus padres te quieran imponer, porque no son ellos quienes van a realizar el trabajo. ¡Eres tú! Así que quien debe decidir a lo que te vas a dedicar, eres solamente tú. No va a estar mami o papi a un lado de ti sobre la cubierta del barco, o frente a la mesa de operaciones del quirófano, o tras el escritorio. ¡Eres tú!
-«Quiero estudiar ingeniería en sistemas.»
– «¿por qué?»
– «Porque todos mis amigos se van a ir a esa carrera, y quiero estar junto a ellos.”
Ese es un razonamiento fuera de toda razón, pero muy común, pero no es la manera en que debes comenzar una respuesta al cuestionamiento.
Te darás cuenta de que deberás andar algunas veces todo sucio porque andas tendiendo una red o porque estás haciendo cables o instalando un rack. O que debes estar frente a la pantalla y teclado de la computadora porque tienes que hacer un programa, a veces por varios días o semanas.
– «Quiero estudiar medicina. «
-«¿por qué «
-«Porque quiero aliviar el dolor del ser humano y traer nuevas vidas a este mundo.”
Estas son dos razones muy románticas, pero que debes analizar cuidadosamente. Todas las carreras tienen sus bemoles y su parte negativa, que los que las desempeñamos debemos conocer y enfrentar.
Cuando una persona se hiere, no tiene la costumbre de prepararse antes para ello. Es decir, no va, se da un baño, se rasura, se cambia y se perfuma para hacerse una herida o caer enfermo o darle un paro cardio-respiratorio. Al contrario, parece que la suerte se estrena, y si llega alguien atropellado, puede ser un borrachín que viene vomitado, y hasta defecado u orinado. Y deberás atenderlo pese al olor que despide, y darle respiración artificial si lo amerita. Un niño viene al mundo entre suciedad. La carne humana al desgarrarse despide un olor muy desagradable, la sangre marea, etc.
Un médico no tiene vida propia, donde quiera que esté, siempre habrá alguien que lo señale cuando pregunten “¿no hay un médico por aquí?”. Habrá siempre el vecino Don Francisco que irá a hablarle a las tres de la mañana porque Panchito está malito. Y debe levantarse e ir a atender al niño. Atender personas cuando ande de vacaciones. Suspenderlas porque un paciente se agravó, etc.
-«Yo quiero ser abogado. «
-«¿por qué? «
-«Porque quiero ayudar a las personas y defender las causas justas.”
Razones románticas también, pero muy lejanas a la realidad. Si decides ser abogado, te darás cuenta de que no siempre vas a defender a personas que son inocentes, y que vas a tener que defenderlos aunque sean culpables porque te están pagando por ello. Que tendrás que tener mucho estómago a veces para defender y dejar en la calle libremente a personas que posiblemente el día de mañana roben, maten o violen a alguien de tu familia.
Que el derecho en México no es oral, sino epistolar, que el ministerio público manda un documento acusando, el juez otro informando, el defensor otro, y se hace una guerra de documentos. Que la justicia en México la procuran las secretarias, que ellas son las que se encargan del manejo de todo el papeleo, y estás sujeto a lo que ellas hagan. Que tendrás que dejar “mordida” en todas partes para que se resuelvan tus asuntos, que dependerán de eso, no de tu habilidad como abogado.
-«¡Yo quiero ser psicólogo! «
-«¿por qué? «
-«porque quiero ayudar a otras personas a resolver sus conflictos.”
Bueno aquí deberás empezar por pensar en que tendrás al frete de tu escritorio a personas que te enfrentarán a problemas y perversiones que quizás tu mente no ha registrado, y que andarán martillándote y podrán hasta enfermarte en un momento determinado: “mi padre me violó”, “mi marido me comparte con sus amigos”, “mi mujer se vende”, etc. Y la pregunta que debes hacerte es: ¿tienes estómago suficiente para hacerlo?
-«Yo quiero ser arquitecto. «
-«¿por qué? «
-«Porque quiero imponer un nuevo estilo en la construcción, y realizar obras magnas que muestren la huella de mi paso.”
Te darás cuenta de que no vas a poder realizar obras magnas ni nada que se le parezca. Que vas a realizar obras de interés social, que vas a hacer componendas en casitas pequeñas. Que te vas a enfrentar con personas que desconocen el nombre correcto de tu carrera y te van a gritar: “¡arquiteto!” y que te van a discutir todo lo que les indiques que hagan.
En cada carrera vas a encontrar mil cosas que no te van a gustar. Pero lo más importante es que tengas un sueño y que lo sigas. ¿Deseas ser piloto aviador? ¿marino? ¿físico nuclear? ¿biólogo marino? ¿Y qué te lo impide? Si ya pusiste en la balanza las cosas positivas y negativas de la carrera y aún así, quieres estudiar esa carrera, entonces, es que esa es tu vocación.
No te has convencido de qué es lo que quieres hacer, por eso no puedes convencer a nadie, y las excusas están al orden del día:
-«Es que soy mujer. «
-«Es que no me van a dejar ir mis padres. «
-«Es que eso no hay aquí. «
¡No te limites! Tú eres quien se está poniendo límites. ¿Porque eres mujer? ¿eres la primera mujer que elige su carrera? ¿Porque es fuera de tu pueblo? ¿es muy difícil trabajar, si es que en casa no hay recursos económicos y sostenerte tu carrera?
Cuando finalmente decidiste qué carrera debes seguir, ahora debes investigar en dónde se ofrece, para que veas cómo vas a hacer para irte a estudiar a ese lugar. Después hacer solicitud e ingresar.
El día que ingreses a esa institución educativa, plantarte en el centro del patio principal, y decir en voz baja o alta, como desees: “Ya llegué a esta escuela, y a partir de ahora es mía”. Y entonces, dedícate 24 horas al día a ser estudiante, porque de eso, es de lo que vas a vivir, tú, y tu familia.
Y estudia, estudia con ahínco. Primero, segundo, tercer semestre, solicita una beca para irte un semestre al extranjero, ve y termina allá tu preparación. ¿Qué te lo impide? Hay becas, que los gobiernos de esos países otorgan a quien lo solicita, siempre y cuando llenen ciertos requisitos.
Hoy me llega el recuerdo de algunos ex-alumnos de mi bachillerato, y que fueron a realizar uno o varios semestres de su carrera de licenciatura al extranjero: Claudia, estudiante de Letras y Comunicaciones que estuvo en España; de Sandra y de Luis Arturo, estudiantes de Telemática, que estuvieron en España; de mi querida Isabel, estudiante de Economía, que a la fecha está estudiando en Francia. Y la pregunta obligada es: ¿qué tienen ellos que no tengas tú? ¡Nada! Sólo creyeron en sí mismos. ¡Son unos triunfadores! ¿Son hijos de familias potentadas y muy pudientes? ¡No! Sus padres son maestros, comerciantes, gente del pueblo, como los tuyos. ¿Por qué tú no has de hacerlo?
Sigue ese sueño y llévalo a cabo. El día de mañana que te encuentre por ahí, no quiero encontrar a un mediocre más. Nuestro país ya no necesita mediocres. ¡Necesita triunfadores! Termina una especialización, una maestría, un doctorado. Sé el mejor. Y si el día que te encuentre, me dices que eres el mejor cardiólogo de la región, o el mejor ingeniero en sistemas, o el mejor abogado penalista, etc. Sabré que mis palabras tuvieron una razón de ser.
No quiero escuchar un “estudié para ser educadora porque era lo único que se podía para estar cerca de casa” sino un “estudié para ser educadora porque amo a los niños y disfruto enormemente mi trabajo, y me siento feliz de desempeñarlo”. Eso, me hará sentirme muy satisfecho de que mis palabras hayan hecho eco en tu corazón.
Dr. Rodolfo Gallardo-Rosales, PhD.